¿Sabes lo que es la masculinidad tóxica? En este artículo lo exploramos a fondo, vemos qué repercusiones puede tener en tu vida, te doy mi opinión como hombre y buscamos alternativas.
Una de las cosas que hacen que me guste tanto escribir en este blog es que puedo explorar diferentes temáticas que siempre me han llamado la atención. ¡Esta es una que llevo tiempo deseando tratar!
Temario
¿Qué es la masculinidad tóxica?
Según Wikipedia y la mayoría de portales que encontrarás en internet: “La masculinidad tóxica es un concepto utilizado en psicología y el feminismo para referirse a ciertos comportamientos de los hombres que pueden generar cierto daño a la sociedad, incluyendo a los propios hombres”.
No obstante, yo prefiero la definición de Journal of School of Psychology, ya que creo que está mucho más ajustada: “La masculinidad tóxica es la constelación de rasgos masculinos socialmente regresivos que sirven para fomentar la dominación, la devaluación de la mujer, la homofobia y la violencia sin sentido”. ¿Cuándo ha tenido sentido la violencia? Pero bueno, ese no es el tema.
En otras palabras, este concepto hace referencia a un problema que afecta tanto a mujeres como hombres. La toxicidad del género masculino es tan grande, que llega a salpicar (y bastante) a los propios hombres.
La masculinidad tóxica se detecta fácilmente cuando ves que alguien intenta realzar su:
- Fuerza
- Falta de emociones
- Autosuficiencia
- Dominio
- Virilidad sexual
Y todo lo que tenga que ver…
Según los principios de un hombre tóxico, si no cumples con ciertos parámetros, no eres un hombre de verdad, y quedas etiquetado como poco hombre o simplemente gay o marica.
Mi experiencia con la masculinidad tóxica
Aquí entramos en terreno personal, y para mantener la objetividad quiero que te tomes todo lo que voy a decir ahora como una opinión, aunque yo lo he vivido así y pienso que es verdad.
Bien, pues ante esta actitud que, a mi parecer, revela una gran falta de autoestima y dependencia del qué dirán, cuando eres hombre no puedes ser sensible o tener empatía con los demás. Te explico los detalles.

Aparición de la masculinidad tóxica
La masculinidad tóxica llegó a mi vida de forma totalmente inesperada, justo cuando cambié de ambiente en plena adolescencia. Formó parte de algunas de las causas que me llevaron a sufrir bullying durante algunos años. Personas que no me conocían, ni llegaron a hacerlo, me vieron como a alguien débil solo por el hecho de mostrar mis emociones (intranquilidad, vulnerabilidad, etc.), y por supuesto me maltrataban con el único fin de hacerse ver como mejores que el resto, y destacar delante de las chicas.
La verdad es que yo llegué a la adolescencia aún con la inocencia del niño que era en sexto de primaria en la escuela que me vio crecer (con 12 años). Al fin y al cabo, hasta entonces estaba acostumbrado a ser un chico bastante popular en clase, en un colegio privado. La gente me quería por cómo era: sensible y muy payaso. No me lo esperaba para nada, pero cuando llegué al instituto viví aquello como algo que no entendía, me pareció un auténtico infierno si te soy sincero.
De golpe, tal vez por la inseguridad de la edad y las necesidades típicas de los adolescentes, todos los chicos empezaron a comportarse como auténticos imbéciles. No exagero si te digo que no podías ni siquiera expresar tus emociones. Cualquier momento de fragilidad era aprovechado para estampar ante ti alguna barbaridad en forma de insulto o intento de humillación, todo por esta maldita toxicidad.

La masculinidad tóxica en la adultez
La realidad es que este problema no se acabó ahí. Yo no lo sabía, pero la masculinidad tóxica me iba a acompañar toda la vida.
Desde que era adolescente me pregunté…
¿Por qué los hombres no pueden llorar o mostrar empatía?
La realidad es que poco después de superar lo del bullying (aunque nunca se supera del todo) empecé a llorar de nuevo. Sí, por considerarse afeminado había reprimido sin querer mi capacidad para llorar (algo que hacía bastante a menudo en mi infancia, y sentaba de maravilla). Me quedé bloqueado en el aspecto emocional, aunque no cambié nunca de personalidad, y eso es algo que me alivia.
Por suerte, nunca he cambiado
Yo siempre he creído en secreto que soy una persona difícil de cambiar en contra de mi voluntad. Si yo no quiero, no vas a hacerme cambiar de parecer, al menos no cuando algo va en contra de mis principios, me pongo duro como un diamante y es imposible que me cambies, aunque todo vaya en mi contra. Esto lo demostré en la adolescencia, y la verdad es que salí fortalecido de todo aquello, aprendí a persistir y a no desfallecer a pesar de no tener amigos de verdad ni aparentar alguien que no era, no empezar a fumar a los 15 años por quedar bien con cuatro fracasados que sufren de baja autoestima. Para mí, eso es tener éxito.
No te creas que he dejado de sufrir este problema de toxicidad. En algunos trabajos anteriores he seguido viendo esa presión tan estúpida por parecer más hombre, sobre todo en los trabajos más físicos. También es visible aún en algunas personas cuando interactúo con ellas, aunque no suelen ser gente muy brillante o interesante, jeje.
Por otro lado, tengo la suerte de trabajar con hombres que no son tóxicos, a los que les puedo decir te quiero o ante los que puedo mostrar debilidad sin miedo, algo que a estas alturas ya pensaba que era imposible.

Las consecuencias de la masculinidad tóxica
Jamás he entendido la utilidad de la masculinidad tóxica. Me parece un suicidio social, algo no solo despreciable, sino también estúpido.
Al fin y al cabo, es un problema que si la persona deja llevarse por ella puede acabar repercutiendo en trastornos permanentes, que se manifestarán con distintos síntomas:
- Agresión
- Agresión sexual o control
- Reprimir emociones
- Hipercompetencia, o mentalidad tiburón, como me gusta llamarla
- Necesidad de dominar a los demás
- Tendencia a la violencia
- Aislamiento
- Falta de empatía
- Sexismo
- Bullying
- Suicidios
- Traumas
- Crímenes y cárcel
- Conductas de alto riesgo
- Adicción a las drogas
- Falta de amistades genuinas
- Homofobia
- Práctica del gaslighting
Por supuesto, una persona que no sale de esta manera de pensar también puede estar sufriendo de rigidez mental, ya que le falta abrirse y entender otros puntos de vista ajenos al suyo.

¿Qué hacer ante la masculinidad tóxica?
Por suerte, la masculinidad tóxica es algo que está de capa caída. Cada vez somos más conscientes de este dispararse en el propio pie del hombre, hasta le hemos puesto nombre, y estamos trabajando en combatirlo como sociedad. Igual que se está haciendo en nuestro movimiento pro-feminismo actual, y es cuestión de tiempo que todo esto cambie, porque es un cambio de paradigma.
No obstante, los cambios de paradigma cuestan mucho de conseguir, y solo es si cada persona aporta su granito de arena. Para conseguir acabar con la masculinidad tóxica tenemos que ser los propios hombres quienes cambiemos.
Empezando por los niños, indiquémosles que pueden llorar, no reprimamos su expresividad emocional. Siguiendo con los adolescentes, evitemos a toda costa esa toxicidad que se manifiesta a toda prisa al ver el advenimiento de la adultez, que seguramente viene del ejemplo que han vivido en casa por parte de sus padres.
Si nosotros, que somos los adultos responsables, mostramos que se puede ser un hombre vulnerable, o blando, allanaremos el camino para quienes vengan detrás. Cuestiona la forma que algunos hombres aún tienen de tratar a sus “colegas”, y plantéales la importancia de las emociones para la mente humana.
Discute abiertamente tus emociones con los demás, así como temas como la inteligencia emocional. No temas que te puedan catalogar de ser mariquita, porque eso ya hemos visto que es estúpido y sin fundamento. Al final, cuando la gente cambie y ser muy hombre deje de estar de moda, los tóxicos dejarán de serlo por la misma razón que empezaron a intoxicar al resto: Por la ilusión de poder controlar lo que piensan los demás sobre ellos.
Esta es una pequeña reflexión que, como hombre y también como psicólogo, siempre he querido hacer sobre la masculinidad tóxica. Espero que este artículo te haya ayudado a ti también a dar ese paso en pro de tu libertad emocional como hombre, ya que te mereces ser tú mismo.