Si eres padre o madre, pero sobre todo si eres primerizo, es habitual que tengas inseguridades y problemas para que tus hijos te obedezcan. Hoy, trataré el tema de cómo hacer que tus hijos te hagan caso y te escuchen para darte herramientas con las que mejorar su educación.
Temario
¿Qué hacer para que tus hijos te obedezcan?
Como niño rebelde que he sido, sé lo difícil que puede llegar a ser para un padre primerizo entender cómo piensa y qué quiere un niño. Yo, en su momento, fui un niño difícil de entender y tratar. Aunque era obediente, a veces no nos comunicábamos bien con mis padres. No quiero que te pase a ti.
Educar a un niño no es algo que se enseñe en el colegio, el instituto o la universidad, sino que se considera como algo más instintivo, y la sociedad deja que cada uno se espabile para hacerlo a su manera. Sin embargo, después de estudiar educación infantil tengo muy claro que no todo vale.
Aquí van algunas claves sobre las que basarte para educar mejor y conseguir que tu hijo o hija te haga caso:
Repite
Los niños tienen una capacidad de atención mucho menor que la nuestra, y a menudo nos cuesta entender que no puedan estar atentos a la orden que le estamos dando.
Es posible que lo hagan sin querer, pero también hay parte de voluntad. Piénsalo: al final saben que si te pones en plan mandón/a, significará que habrá algo a punto de pasar que le desagrada o no quiere hacer. Yo me hacía mucho el loco por eso mismo.
A pesar de que muchos niños rehúyen la situación en la que tienen que escuchar una orden y obedecer, no tienes por qué decirlo tan solo una vez. Es necesario que repitas la orden hasta que te asegures de que te ha oído y, más importante, que te está escuchando de verdad y te ha entendido… que no es lo mismo.
No obstante, por mucho que se lo hayas dicho y te haya respondido, es posible que al niño sea olvidadizo. Se le puede olvidar algo que le has pedido que haga, como que ordene sus juguetes. Es posible que su plan sea acabar esta escena entre juguetes y luego recoger… y que luego esto se le olvide porque se le ha ocurrido alguna idea. Todo eso tú no lo sabes, así que lo mejor es ir recordándole lo que le has pedido que haga para asegurarte de que se cumple.
Si tenéis problemas, recuerda que tenemos un artículo sobre formas de mejorar la comunicación en tu familia.

Cuida tu lenguaje
Tanto el verbal como el no verbal. Aunque parezca mentira, los niños saben leer entre líneas muy bien, y si le das una orden con poca convicción a tu hijo… lo sabrá.
Cuando digas algo que quieres que haga, míralo a los ojos y sé firme en tu tono de voz, pero sin pasar a los gritos o a soltar palabrotas ¿Verdad que no quieres que tu hijo acabe comportándose como un energúmeno cuando se enfada? Tendrás que predicar con el ejemplo, de la misma forma que te explicaré un poco más adelante.
Por muy frustrante que sea tener a un hijo que no obedece, tienes que tener paciencia ¡PORQUE SON NIÑOS! Mi colega Alberto Soler, psicólogo y experto en educación infantil, lo explica muy bien (con un punto de humor) en el siguiente vídeo:
Predica con el ejemplo
Si estás intentando enseñarle a tu hijo un nuevo hábito, es importante que él vea cierta coherencia en todo lo que le rodea, que afirme la validez de ese hábito. Piensa que ellos aprenden muchas cosas por imitación, y si ven que tú nunca recoges lo que tienes en tu habitación, ellos verán eso como algo normal y harán lo mismo con sus juguetes.
Siempre he pensado que los niños se limitan a reflejar lo que ven en casa, y es por eso que tu ejemplo es tan importante, así que cuida tu imagen delante de él. Si hace falta, remarca lo que estás haciendo para que se dé cuenta, haz que sea consciente de los buenos hábitos que tú tienes y que él podría reproducir en un futuro cuando se lo sugieras.
Ponte a ti mismo de ejemplo, verás cómo lo ve como algo que debe hacer, y no como algo nuevo, opcional o raro
Ser concreto
A la hora de dar una orden puede ser mucho más útil y eficaz ser más preciso en lo que quieres que haga.
No dejes nada a libre interpretación, sobre todo si se trata de algo que tu hijo no suele hacer. La orden tiene que indicar lo siguiente:
- Qué tiene que hacer
- Cómo debe hacerlo
- Dónde tendrá que hacerlo
- Cuándo quieres que lo haga
Es importante tener en cuenta la edad del niño para ajustar el nivel de exigencia.
Las órdenes que des a un niño pequeño deben ser muy concretas y pensada para el momento inmediato, para que la haga ahora. No esperes que el pobre niño tenga retención suficiente.
Por otro lado, los niños de más edad pueden entender mejor cómo funciona la planificación de tareas, lo que puede permitirte decirle “hoy quiero que recojas los juguetes antes de cenar y los guardes en el armario de tu habitación”.

Felicítalo
El sistema no solo se basa en antes de que el niño obedezca. De hecho, esto es algo que se deja mucho de lado: Luchamos porque un hijo nos haga caso y cuando lo ha hecho lo ignoramos, como si fuera su deber. Eso no está bien.
Ten en cuenta que el niño ha tenido que esforzarse de forma consciente para hacer algo que le has pedido, por lo que acabar la tarea y encontrarse con las manos vacías no es algo agradable.
Si lo que quieres es que tu hijo siga estando motivado para volver a hacerte caso en un futuro, puedes aplicar el conductismo. De la misma forma que puedes hacer con tus mascotas, prémialo cuando haga una buena conducta, y razónalo con él para que sea más consciente. Puede parecer raro, pero con los niños funciona a las mil maravillas.
Mira Pablito, ¡como te has portado bien en casa de la yaya tu papi te va a comprar una bolsita de chuches!
Para premiarlo no tienes por qué darle siempre una chuchería o llevarlo al parque de atracciones. En realidad, con una felicitación o un besito es más que suficiente en la mayoría de casos. La cuestión es que el crío sepa en todo momento cuándo ha hecho algo bien, y concretarlo mucho, para que él lo sepa y así lo volverá a hacer en un futuro.
Por supuesto, de vez en cuando podrás premiarlo con un ratito de tele o de juego, pero evita que vuestra relación educativa se convierta en un intercambio comercial.

No descuides vuestra relación
Lo que sí se ha visto que no tiene sentido hoy en día, y más con todos los recursos que tenemos como padres, es amenazar o castigar a tu hijo cada vez que desobedece. ¿Recuerdas nuestro último artículo sobre las formas de educar?, pues no te interesa ser demasiado disciplinado, y ya sabes que la clave está en el punto medio.
El castigo puede ser un recurso útil en momentos puntuales, cuando no te queda otra opción o estás en un momento crítico, y lo haces en el momento justo, pero no debe nunca convertirse en una costumbre, porque dañará vuestra relación.
Exactamente lo mismo ocurrirá si los límites que le pones son poco coherentes o inconsistentes. Igual que tienes que predicar con el ejemplo, y mantener cierta lógica dentro del hogar para que el niño entienda cuáles son las normas esenciales de convivencia, también tienes que ser consecuente con lo que dices para que tu hijo entienda que lo que dices es verdad.
¡Y, por supuesto, evita a toda costa pegar a tu hijo!
Como ves, para que tus hijos te hagan caso tienes que hacer mucho más que dar las órdenes. Puede parecer difícil al principio, pero tras entender un poco mejor su psicología y aplicar estas estrategias lo tendrás mucho más fácil como padre. Yo lo haré con mis hijos, ¿y tú?