Está claro que cada persona es un mundo, y por eso parece que hay millones de formas de educar, pero en realidad podríamos reducir su esencia a unas pocas. Este es un tema muy interesante, sobre todo si lo que quieres es educar de la mejor forma posible a tus hijos.
Temario
Formas de educar
Como es obvio, todas las formas de educar tienen su parte negativa o punto débil. Antes de nada, no quiero que te puedas sentir atacado por ninguna clasificación aquí, recuerda que todo son generalizaciones y no tienen por qué aplicarse al 100% a tu caso. Sé que la vida da muchas vueltas, así que no te hagas mala sangre si ves que te sientes identificado y esto te ofende.
Personalmente, he visto ejemplos reales de todos ellos, así que he vivido lo que voy a contarte.
Disciplinado
Cuando hablo de una educación disciplinada, estoy hablando de aquellos padres severos, que tienen unas reglas muy marcadas en casa y no se puede salir de ahí ni un solo centímetro.
Este tipo de padres coartan mucho la libertad de expresión del niño, ya que las cosas se hacen a su manera o no se hacen. Es un método de educación bastante antiguo, que aún hoy en día está bastante extendido entre los padres.
En parte, creo que está provocado por una necesidad acérrima de controlar qué hace y qué no hace el niño. En definitiva, se podría relacionar con la inseguridad de los padres frente a la incertidumbre, y la necesidad de sentir cierto control.
A veces, se pueden llegar a extremos ridículos, en los que el padre o la madre tiene una regla que considera infranqueable y no cambia de idea aunque las razones que presenta el chiquillo sean más que buenas. Como consecuencia, se dan mucho las amenazas y los castigos, incluso físicos, y el niño/a crece siendo alguien que necesita que lo controlen o que huye de ello. Al final, durante la educación asoman muchos sentimientos de dolor y resentimiento, puede que inhibidos.
En otras palabras, si te educan así puedes rebelarte y acabar siendo un antisistema o convertirte en alguien inseguro, de forma similar a tus padres, promoviendo en ti el mismo sistema de educación, ya que es el único que conoces (y crees que es el mejor).

Indiferente
La indiferencia, a mí me parece una de las peores formas de educar. Un padre o madre indiferente es el que apenas muestra afecto por sus hijos. No lo hace para hacer daño, pero duele. Tal vez se puede encontrar la explicación en que las muestras de afecto son vistas por esa persona como un signo de debilidad.
Se caracteriza, sobre todo, porque la relación es en una sola dirección. El padre o madre da las órdenes y el hijo obedece o hace preguntas, pero nunca verás a un padre indiferente preguntarle a su niño por los gustos o preferencias que tiene.
No importa que pasen tiempo juntos, la cuestión es que no hay ninguna conexión emocional entre ambos.
Como consecuencia, los niños que se crían así acaban teniendo problemas de autoestima, ya que no están siendo valorados como se merecen. En esencia, esto causa un vacío en la persona, que le provoca una fuerte dependencia emocional por los demás, pero es un hueco que solo podría llenar con el amor de un padre/madre.

Tolerante
Ni disciplinado, ni indiferente. Hablemos de otro extremo: Los padres demasiado tolerantes. Bajo la premisa de que la felicidad del niño es lo primero, creencia que tal vez ha sido cimentada por una mala experiencia en la propia educación de los padres, se consiente al niño hasta el extremo de empeorar la propia calidad de vida. Por supuesto, lo hacen con muy buena intención, pero no es bueno.
Parece que valga la pena sacrificar la vida propia por tener a un crío feliz, pero no es bueno ni para él. El niño, como digo, crece siendo un consentido, lo cual no es nada bueno. Se acostumbra o aprende que puede conseguir todo lo que quiere si se lo pide a sus padres con suficiente vehemencia.
Esto, en muchos casos, puede provocar mucha dependencia por los padres, o si hay cierta malicia en el niño él también puede aprender a manipularlos para conseguir todo lo que quiere, convirtiendo a esa persona en alguien narcisista y tóxico.
¿Por qué digo esto? Porque una vez el niño sale al mundo exterior, se da cuenta de que puede aplicar todo lo que ha aprendido en casa, y eso es muy pero que muy peligroso…
¿Qué padre quiere que su hijo se convierta en un manipulador?
Puede parecer que este sea el mejor sistema de educación de los tres, a pesar de sus fallos, pero no es así.
Cuando eres alguien consentido, también tienes una mucho menor tolerancia a la frustración, y eso es grave, como dice mi compañero psicólogo:
¿Cuál es la mejor manera de educar?
Si me conoces, probablemente ya sepas la respuesta. La clave está en el punto medio. No hay que castigar físicamente a un niño, ni se lo consiente, pero siempre hay que saber cuándo hay que hacer excepciones. En el equilibrio está el gusto.

Entendidos los tres sistemas de educación más generalizados, puedes ver los fallos que tiene uno, y puedes intentar evitar esos defectos encontrando el punto medio, lo mejor de esos tres.
Por ejemplo:
- Premiar más que castigar, y hacerlo cuando realmente es relevante para la educación del niño.
- Escuchar a tu hijo/a, preguntarle cómo se siente, interesarse por sus gustos… hacerle sentir que es alguien importante para ti.
- Tener normas en casa no es malo, pero hay que poder hacer excepciones.
- Pasar tiempo de calidad con los hijos es primordial.
Creo que no reflexionamos suficiente sobre la importancia de nuestra forma de educar, y por eso es importante que te mires bien este artículo y pienses en qué clase de padre/madre quieres ser para tu hijo. Ten en cuenta que todo lo que hagas, sobre todo a una edad temprana, tendrá consecuencias en la personalidad de tu chiquillo por el resto de su vida.
Sé el ejemplo que quieres ver en el mundo, o en este caso, en tu hijo/a.