Hoy quiero entrar directamente a hablar sobre un concepto que muchos padres y madres no conocen y que puede representar un peligro en la educación de sus hijos e hijas: La profecía autocumplida.

No, no se trata de alguna teoría de la conspiración new age, ni las últimas declaraciones de Nostradamus. Es un concepto relacionado con cómo proyectamos a la forma en cómo son otros o incluso nosotros mismos, y que afecta mucho en la educación.

¿Qué es una profecía autocumplida?

La profecía autocumplida, autorrealizada, profecía de autocumplimiento o como quieras llamarla, es una definición o creencia falsa que una persona tiene sobre una realidad y que, paradójicamente, aumentan la probabilidad o directamente causan aquello que predicen. Por eso lo de autocumplida.

Este fenómeno psicológico provoca una expectativa irreal con una seguridad aplastante, y se acaba justificando con un cumplimiento provocado por la propia persona con su conducta. Eso puede ocurrir hasta ante las perspectivas menos deseables o que nos dan miedo, como quedarse sin trabajo o que tu hijo se convierta en un delincuente. Son, básicamente, prejuicios pero llevados al extremo más nocivo.

Interesante, ¿verdad?

profecia autorrealizada

La profecía autocumplida o efecto Pigmalión en la educación

De esta manera, este fenómeno puede afectar a cómo educamos a nuestros hijos, sin importar la edad en la que podamos acabar con este tipo de sesgo mental.

Como es lógico, puede darse tanto en padres como en hijos, pero es mucho más grave cuando ocurre en los adultos, que son los responsables de cuidar, educar y enseñar al niño.

No son pocas las veces en las que una profesora de una clase decide predecir que un alumno será un delincuente de mayor. La consecuencia de esta creencia (a menudo sesgada por una mala experiencia), hace que la profesora trate de forma mucho más severa al delincuente en cuestión.

De lo que ella no es consciente es que precisamente esa forma severa de tratarlo, castigándolo a la primera de cambio y de forma injusta, puede estar provocando y aumentando la conducta rebelde del niño. Eso me pasó a mí con una profesora, así que sé de lo que hablo.

Lo mismo puede ocurrir cuando un padre cree que su hijo es tonto desde pequeño: Deja de estimularlo tanto o con la calidad que debería y por supuesto el niño se desarrolla un poco peor, resultando en un niño tonto de verdad al cabo de los años.

Esta influencia que tiene una persona sobre la conducta de otra, solo por el hecho de tener una creencia concreta, también se conoce como efecto Pigmalión en el mundo de la psicología. Por suerte, esto no siempre ocurre. Te doy un ejemplo en el artículo bajo mi experiencia sobre celos de hermanos mayores a pequeños.

Esto es algo que estudié cuando estaba formándome en educación infantil y creo que es muy importante evitarlo a tiempo, ya que podríamos afectar a la personalidad del niño antes de que esta se acabe de formar.

Como decía antes, esto también puede ocurrir fuera de la educación. Una persona puede creer que morirá pronto o cualquier otra cosa, y con ese miedo puede provocarse a sí mismo el temido desenlace.

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Cuando vives creyendo que vas a fracasar siempre

Tengo que reconocer que yo tuve una época en la que tenía un fuerte componente de profecía autorrealizada en mi vida.

Cuando iba al colegio, alrededor de los 6-8 años no sé que me pasaba (puede que fuera alguna experiencia, algo que me dijeron o me influyeran unos dibujos animados que veía con un personaje así) pero creía que era torpe, que no servía para nada, que no merecía tener amigos y que era un desgraciado. De alguna manera, esto afectó sobremanera a mi rendimiento y a mis amistades en el colegio.

Recuerdo esa época vagamente, pero creo que me sentía cada vez peor. Había épocas en las que sentía que no me quería nadie, que estaba muy pesimista y solo veía la parte negativa de todo lo que me pasaba. Era horrible. Empecé a ser más desgraciado y torpe, ¡y claro que me distancié de todo el mundo!

Con el paso de los meses me sentí peor y recuerdo que mi vida empeoró bastante. No fue hasta que pasó algo que cambié de chip y volví a ser el de siempre.

Por supuesto, esto me lo provoqué yo mismo y aprendí a no creer cosas negativas sobre mí mismo. Es autodestrucción. Por supuesto que tenía una familia que me quería y que me cuidaba, y a compañeros de escuela insustituibles, pero eso no lo veía.

Esto me ha pasado un par de veces más, aunque con menos intensidad, pero ha formado parte de las etapas y ciclos que solemos tener todos a lo largo de la vida. La cuestión es saber salir de ese bucle que se alimenta a sí mismo, y aprender a evitar la profecía autocumplida.

profecia de autocumplimiento

¿Cómo evitar la profecía autocumplida?

Si quieres dejar de predecir el fracaso o el bajo de rendimiento tanto propio como de otros, y dejar de sentir ese miedo que te hace actuar mal, solo tienes que seguir estos pasos:

Descubre tus pensamientos negativos

Cuando escuches esa vocecita en tu cabeza que te dice, como si fuera un profeta, que las cosas van a salir muy mal, asegúrate de hacer de periodista. Pasa todo lo que te dice a texto, de forma que puedas escuchar atentamente lo que te está diciendo, dándole protagonismo.

De esta forma, estarás poniendo en relieve lo que estás pensando. Por tanto, conseguirás dejar expuesto a ese pequeño demonio, que solo cuchichea en tu interior pero tal vez no tiene tan buenos argumentos como cree.

Si te ayuda, crea una lista por cada pensamiento que te surge.

Fíjate en cómo te hablas a ti mismo

El lenguaje es muy revelador sobre el tono emocional de una creencia. El sesgo está ahí, y lo puedes notar cuando directamente todo lo que dices ya suena pesimista de entrada.

Cosas como nadie me quiere o siempre me pasa lo mismo… son un poco radicales, ¿no te parece?

Lo peor de usar este vocabulario, es que eso te afecta emocionalmente… y eso es totalmente contrario a la objetividad. Te genera ansiedad y depresión casi de forma automática.

¿Qué creencia o motivación hay detrás de estos pensamientos?

Está claro que siempre hay una creencia detrás de la mayoría de nuestros pensamientos. Pregúntate por qué o por qué creo eso hasta* que ya no te queden respuestas.

Por ejemplo:

  • “Nadie me quiere”… ¿Por qué nadie me quiere?
  • “Porque no valgo nada/no lo merezco”… ¿Por qué no valgo nada?
  • “Porque no sé hacer nada bien”… ¿Por qué no sé hacer nada bien?
  • “Porque no he aprendido/soy tonto”… ¿Por qué soy tonto?
  • “Porque nací así”… ¿Por qué nací así?
  • “… ¿Por qué creo que nací así?”

Irás viendo como la intensidad irá perdiendo fuerza cuanto más indagues. No siempre te dará el mismo resultado, porque hay creencias (como la de “soy tonto”) que tienen un origen en el nacimiento de la forma de ser, pero otras a veces son del tipo “soy infeliz porque no me cuido suficiente”.

Contradice tu hipótesis

Una vez has identificado LA creencia negativa, no hay nada más reparador que aportar contradicciones que le resten veracidad. Si tienes cierta experiencia, estoy seguro de que recordarás situaciones en las que acabaste consiguiendo una pequeña victoria. Esto te servirá para desmontar por completo estas profecías.

Una vez ya tienes todo identificado y el origen de la creencia entendido, puedes pensar en todo lo que la contradiga. Siguiendo con el ejemplo anterior, puedes pensar en las ocasiones en las que no pareciste tan tonto, seguramente te sorprendas a ti mismo visualizando ante ti una gran galería de recuerdos positivos.

Contrarrestando la profecía autocumplida, sabiendo que es una creencia totalmente falsa y aportando pruebas objetivas de que te estabas equivocando, es como lograrás volver a ser positivo. Esto será esencial tanto para tu desarrollo personal como para educar a un niño como se merece, sin sesgos psicológicos injustos.