Este artículo no va sobre la enfermedad del coronavirus, sino sobre las repercusiones de la crisis sanitaria sobre la vida de la gente. Hablo de una crisis financiera y personal que ha pasado a causa del COVID.

El pasado mes de septiembre pasé por un de los momentos más duros de todo lo que llevo viviendo con mi pareja, y es que por primera vez en mi vida no sabía si íbamos a llegar a fin de mes. Recuerdo con humor que justo a mediados de ese mes hablé de resiliencia, muy conveniente para trabajar en la propia. 

La situación

momentos duros de la vida

No sé si estarás leyendo esto en 2020, pero estoy seguro de que este año será recordado como el año de las desgracias. La cúspide llegó cuando tuvimos que encerrarnos en cuarentena en marzo de 2020 por la COVID. A mí eso me fue muy bien porque aumentó la cantidad de proyectos que requerían servicios de un freelance, pero hubo consecuencias. 

Allá por julio empecé a darme cuenta de que la crisis sanitaria estaba haciendo estragos en el mercado. Apenas había nuevos encargos y muchos clientes parecían haberse esfumado, algo normal dado que millones de personas se quedaron sin trabajo debido a la gran crisis financiera que ha provocado esta problemática.

En ese contexto ¿quién estaría tan loco como para abrir una tienda? Mi pareja no tuvo otra opción, ya que nos iban a cobrar de todas formas el alquiler, así que abrimos. “Valientes” nos llamaban, pero creo que no sabían cuánto. Hay veces en las que el exceso de valentía roza la estupidez. Veremos si esta es una de esas veces. 

Estaba yo con un negocio que, oh sorpresa no iba bien, con la agenda vacía de encargos y tirando de ahorros. A finales del mes me empecé a dar cuenta de que me quedaban apenas unos euros en el banco y que no me iban a dar para pagar el alquiler de ese mes ¿Qué estaba pasando? Esta era una situación nueva para mí, que nunca he tenido problemas para trabajar y hacer dinero. Algo no funcionaba

Lo que hice

Había algo de base que no funcionaba bien, por lo que no estaba consiguiendo clientes y no iba a llegar a fin de mes. 

Un día, después de escribir mi último artículo del mes, me puse a analizar la situación a fondo. Tengo muchas iniciativas con las que pretendía llegar a hacer algún tipo de ingreso pasivo (si has leído alguno de mis posts sobre finanzas sabrás que es algo que me obsesiona) pero me di cuenta de que debía cambiar de chip, aunque fuera temporalmente.

Me gusta pensar que soy alguien que puede pensar en el largo plazo. De hecho, a veces me paso. Peco demasiado de la ilusión que me hacen las cosas y me dejo llevar por ellas. Invierto muchísimas horas en cosas que no sé seguro si me darán dinero, y a veces salen bien. 

pasar por dificultades

Pasé a modo supervivencia

Pero en este caso ya no importaba lo que iba a pasar dentro de uno o dos años. Importaba el ahora. Había que pensar en sobrevivir este mes, no importaba cómo pero tenía que lograrlo. Así que decidí que temporalmente dejaría a un lado todos mis proyectos personales y me puse manos a la obra. 

Lo primero que hice fue darme cuenta de que actualmente el mercado está fatal. Al estar tanta gente en la calle, había mucho nuevo redactor suelto, y los presupuestos no eran tan altos, así que decidí bajar mi precio temporalmente. 

El plan era que, cuando consiguiera suficientes clientes y tuviera mis necesidades cubiertas seguiría creciendo en la dirección que quisiera. Esto es algo que, sin duda, me ha ayudado a conseguir muchos nuevos clientes ahora en octubre. 

También, tras ver nuestro esfuerzo por intentar seguir adelante y no conseguirlo, he recibido apoyo de mis familiares. Algunos en forma de ánimos, otros han ido más allá y nos han ayudado económicamente. 

En momentos críticos como este, es cuando te das cuenta de lo valioso que es tener amigos y familiares que te respalden. Gente que cree en ti y que está ahí para recogerte cuando estás a punto de caer. Evitan que te empringues en el barro y te ayudan a seguir creciendo y a ser mejor persona. 

Mi conclusión

En esta situación creo que es muy buena estrategia. Empiezo a pensar que uno debe adaptarse a las situaciones macrosociales (perdón por la palabrota) que lo rodean, o dicho de forma más cristiana: en el contexto histórico-social en el que vive. 

Y eso, de momento, parece que me está funcionando. Este mes ya he conseguido muchos más encargos y clientes. No es lo mismo que siempre, claro está, pero es algo más aceptable.

Tengo claro que si alguna vez yo soy la persona que está en una buena situación económica y tengo a un familiar o pariente pasando por algo igual, lo ayudaré sin dudarlo. 

Sin embargo, creo que hay que enseñar a pescar. Está bien haber sufrido un poquito este mes antes de recibir esa ayuda por sorpresa, me ha ayudado a ver en qué fallo. Creo que una persona, para crecer, tiene que pasar por muchas crisis. Con cada crisis yo me he ido haciendo más fuerte. 

Ahora estoy en un momento en el que sé que si tuviera que dejarlo todo e irme a trabajar de cualquier cosa lo haría sin pestañear, y sé que cuando la crisis pasase podría volver justo al punto en el que lo dejé todo. 

Después de este mes, me siento fuerte, y en parte es porque estoy rodeado de buenos amigos. Sigo luchando cada día y tengo esperanzas de que el futuro será mucho mejor, para todos. Sé que todo no llegará tan rápido como quiero, pero llegará. Así que, si estás pasando por un bache parecido al mío solo puedo recomendarte que no dejes de luchar. Ten paciencia y busca alternativas, verás cómo encuentras una solución y se acabará el problema.